Carta abierta a la Fiscalía General de la Nación, la JEP y la Comisión de la Verdad

Por: Gloria Gaitán

Respetados altos funcionarios de la Nación, en quienes reposa una de las más grandes tareas que requiere Colombia para lograr la paz, que es el encuentro con la verdad y la justicia, que será el camino de la reparación a todos los colombianos.

Porque, de una u otra manera, todos los colombianos somos víctimas, no solo de la violencia, sino también de la mentira, el encubrimiento y el memoricidio para encubrir a los culpables, camino por el que jamás encontraremos la paz que todos los colombianos merecemos.

El pueblo colombiano debe saber quién asesinó a mi padre, Jorge Eliécer Gaitán, cuya muerte partió en dos la historia de nuestro país, llevándonos al abismo de violencia y corrupción en que estamos. Mientras ese crimen continúe sin aclararse, como fruto del prevaricato que imperó en la investigación inicial, este magnicidio seguirá carcomiendo nuestra historia y el subconsciente de los colombianos. Y que no venga ahora un encubridor de mala fe a decirnos que fue el acto de un loco. No es el momento histórico para que se siga pretendiendo encubrir ese trágico delito que atentó contra la suerte del pueblo colombiano, porque también probaremos que no es cierto y podremos aportar las pruebas que han surgido con el tiempo, demostrando que el fallo fue manipulado por los propios culpables.

Por eso es importante que, sin dilación alguna, aquellas entidades presididas por ustedes, a las que le corresponde este asunto, citen a una audiencia a la señora Paloma Valencia, quien acaba de afirmar en el Congreso de la República que a mi padre lo asesinó Fidel Castro.

No es posible que en un país donde debe primar el Estado de Derecho, desde la tribuna de uno de los tres poderes públicos que rigen la Nación, se haga una afirmación de tal magnitud y a ello no se le haga seguimiento para constatar su veracidad.

Requiero ser citada a dicha audiencia, ya que poseo un importante acervo documental que prueba otra cosa y que, lamentablemente, llegó a mi familia cuando habían cerrado el caso, siendo que todos y cada uno de los fiscales que ha tenido Colombia se han negado a declarar como “delito de lesa humanidad” el crimen contra mi padre.

Sé que en Colombia ha habido muchos asesinatos de gente importante. En estos días recordaremos el magnicidio de Jaime Pardo Leal y también hemos sabido que quienes asesinaron a Álvaro Gómez fueron las FARC. Pero hay un hecho que no puede ocultarse, y es que el asesinato de mi padre produjo una histórica explosión nacional que desde entonces no se ha repetido, por lo que es sospechoso que la Fiscalía General de la Nación se haya negado sistemáticamente a declarar el crimen de Jorge Eliécer Gaitán como “crimen de lesa humanidad” o “contra la humanidad”, delito que definió Naciones Unidas como “aquellos delitos especialmente atroces y de carácter inhumano, que forman parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil, cometidos para aplicar las políticas de un Estado o una organización”. Eso fue exactamente el crimen cometido contra mi padre, que tuvo lugar pocos días después de que él convocara a la Manifestación del Silencio, señalando a las autoridades como responsables del genocidio que sistemáticamente venía cometiéndose contra las huestes gaitanistas, desde que el movimiento adquirió la sorprendente fuerza que indudablemente avanzaba hacia el poder, éxito que a mi padre le costó la vida.

Bogotá, octubre 8 de 2020

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Gaitán hablándole al pueblo y a las élites para que cesará la violencia de Colombia. Marcha del Silencio, 1948.